jueves, 9 de febrero de 2012

Sordos y cultura en el DF

Ofrecen a sordos centro cultural

Asigna la Cámara baja 6 millones de pesos a la sede en La Lagunilla; pretenden inaugurar la primera etapa en 2013
Erika P. Bucio

Ciudad de México (9 febrero 2012).- La compañía Seña y Verbo, dedicada desde hace casi 20 años a promover la lengua y la cultura de los sordos, contará con una sede propia en el Centro Histórico.
La Cámara de Diputados asignó este año 6 millones de pesos al Centro Cultural para Sordos de México.

"Va a tener un centro de documentación e investigación sobre la Lengua de Señas Mexicana y la historia de los sordos de México", anticipa Alberto Lomnitz, fundador de Seña y Verbo.
Aunque hay investigadores en instituciones educativas que trabajan con la Lengua de Señas Mexicana, con esta iniciativa buscan ampliar el acceso a la comunidad.

"Si vamos a hacer un centro cultural de sordos, es el lugar lógico para hacer este centro de investigación", acota Lorena Martínez, gestora del proyecto.
El centro contará con salones, talleres, cafetería, tienda y un foro para artes escénicas donde se presentarán obras de Seña y Verbo, pero no de manera exclusiva.
"La idea es que sea un espacio abierto a la comunidad teatral y a las actividades escénicas que vengan de la misma comunidad de sordos", añade Lomnitz, director artístico de la compañía.
El proyecto implica rehabilitar una casona de la segunda mitad del siglo 19, en Paraguay 55, en la Lagunilla, de la que se mantiene en pie la fachada y algunos muros.
Catalogado como monumento histórico, el predio es resguardado por el Fideicomiso del Centro Histórico, luego de que la Beneficencia Pública accediera a darle un nuevo uso.
"No fue fácil encontrar a los propietarios del edificio y después de rastrearlo, resultó estar en el catálogo de propiedades de la Beneficencia Pública, que manifestó su disposición para ser restaurado", dice Inti Muñoz, director del fideicomiso.
Lomnitz estima que la restauración arrancará en la segunda mitad del año, una vez que reciban los recursos asignados. En una primera etapa planean habilitar algunos salones y oficinas donde empezar a operar.
"Esperamos para 2013 estar inaugurando una primer crujía y la fachada", puntualiza el director escénico.
La fachada está apuntalada con una estructura metálica, con lo que se ha eliminado el riesgo de colapso. Perdió su apoyo cuando se erigió el edificio de viviendas contiguo, construcción que invadió el terreno de Paraguay 55, describe Javier Olmos, líder de proyectos del fideicomiso.
Casi nada queda de la cubierta y apenas sobreviven algunos muros íntegros. Las lluvias han provocado el reblandecimiento del tepetate, material con el que fueron construidos.
En el interior se acumulan escombros, basura y vegetación, señal del abandono. Se pueden observar las estructuras añadidas en diferentes épocas por sus ocupantes para habilitarlo como vivienda.
Un vigilante asignado por el fideicomiso resguarda el acceso para impedir que sea invadido.
La restauración, que deberá seguir los lineamientos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pretende devolver al inmueble su sabor histórico al retomar la idea del patio central y recuperar los muros que aún están en pie, describe el arquitecto José Amozurrutia.
"Queremos trabajar con la tipología urbana del Centro (...) estamos hablando de poco menos de mil 500 metros cuadrados de construcción", añade Amozurrutia, al frente del equipo que desarrolla el proyecto arquitectónico.
Su pretensión es darle vida pública al edificio, cumpliendo con el objetivo trazado por Seña y Verbo de hacer del centro cultural un sitio de reunión para los sordos.
Lomnitz estima que la intervención arquitectónica costará alrededor de 30 millones de pesos y demorará tres años.
Buscan reducir el 'ruido visual'
El proyecto de restauración atenderá las necesidades de los sordos. Dado que no escuchan, se apoyan en la vista para comunicarse.
Un punto esencial es reducir al máximo los grandes ventanales.
"Para los sordos el ruido es visual, es preferible que no tengan estas vistas hacia un gran movimiento", ejemplifica el arquitecto José Amozurrutia.
En las salas de juntas es mejor utilizar mesas circulares donde todos los asistentes puedan verse. Los llamados de atención, añade, se hacen con lámparas.
Mientras que en los salones de ensayo se deben instalar pisos que no sean duros, pues los actores se comunican dando zapatazos sobre el suelo.